Cómo ser santos no está en la grandeza de nuestras acciones, sino en la pureza de la intención, aun en las cosas pequeñas e insignificantes
Cómo ser Santos en las cosas pequeñas e insignificantes, aun en este mundo que parece que nos invita por tros caminos que no son los de Dios, va a depender mucho de las acciones diaria que hagamos.
Nuestra vida diario tiene que estar alineada con los propósitos de Dios, que ssiempre son justos y santos. Nuestras acciones, por muy pequeñas que parezcan, tienen una cierta incidencia sobre los demás.
Para poder guiarte en tu propio proceso de conversión de cómo ser santos, y llegar a la santidad a través de cosas que nos parecen pequeñas e insignificantes, voy a dejarte por aquí algunos ejemplos bíblicos que te servirá de apoyo en este propósito.
6 consejos sobre cómo ser Santos en las cosas pequeñas e insignificantes.
A continuación, puedes guiarte con estas pequeñas acciones que puedes emplear en tu vida si quieres aprender en cómo ser santos realizando cosas que parecieran ser pequeñas e insignificantes.
1. La ofrenda de la viuda pobre.
Mientras Jesús observaba en la entrada del templo el dinero en la caja del tesoro, no prestaba mucha atención a los ricos y a las grandes cantidades que dejaban. Realmente lo que querían era ser vistos y aplaudidos por su ostentosa y abundante ofrenda.
Luego una pobre viuda dejó unas cuantas monedas en la caja que apenas y alcanzaban para algo. Ésta fue la persona que Jesús miró con gran amor y aprobación. ¿Por qué? No por la sustancia económica de su ofrenda, apenas y era algo. Sino que Jesús leyó las profundidades de su corazón. Ella estaba dando generosamente todo lo que tenía para vivir.
Mensaje de reflexión.
El hombre puede ver y juzgar basado en puras apariencias, pero Jesús lee los movimientos internos del corazón humano.
Lo que usualmente es digno de alabanza a los ojos del mundo, Jesús lo desprecia. Por el contrario, lo que el mundo considera insignificante, Jesús lo aprueba y alaba grandemente.
2. Santa Teresa y las tareas ordinarias.
Santa Teresa y su Pequeño Camino puede ser nuestro camino hacia la santidad.
La santidad no depende simplemente de la grandeza de nuestras acciones, sino de la intensidad del amor que acompaña a la acción.
En otras palabras, el secreto para la santidad es hacer las cosas ordinarias de la vida diaria con un amor extraordinario todos los días. ¡Ésa es la clave!
Santa Teresa decía:
"Recoge un alfiler por amor a Dios y salvarás un alma".
Recoger un alfiler, hablando físicamente, no es gran cosa. Sin embargo, si la acción es realizada en la Presencia de Dios, por la intención de agradar a Dios con gran pureza, entonces tiene un valor infinito a los ojos de Dios.
La mayoría de nosotros no estamos involucrados en tareas monumentales o monolíticas que aparecerán en las portadas de los periódicos más famosos del mundo. Por el contrario, muchas de nuestras acciones son las más ordinarias y mundanas. Pero pueden tener un valor infinito si conocemos el secreto de ofrecerlas a Dios.
3. Una madre trabajando con alegría y amor.
La mayoría de las actividades normales de una ama de casa no aparecen en el periódico ni en el noticiero de las 6:00 p.m. Barrer el piso, sacar la basura, hacer las compras, preparar y servir comidas y luego limpiar los sartenes y platos, todas estas actividades son la gloriosa rutina de las amas de casa y de las madres.
Si la madre realiza todo esto con una actitud de quejas, con el ceño fruncido y haciendo el papel de víctima, entonces sus méritos a los ojos de Dios son reducidos a casi nada.
Sin embargo, si una madre se levanta en la mañana ofreciendo su día a Jesús a través del Inmaculado Corazón de María, dispuesta a ofrecer todo lo que hace para agradar a Dios, para santificar a su familia y salvar sus almas, entonces sus acciones tienen gran valor.
Lo que puede ser de valor infinito para la salvación entre las actividades diarias que realizamos son dos acciones e intenciones específicas. Realicemos nuestras actividades a través de la poderosa intercesión de María, "Obra maestra de la creación de Dios" y únamos nuestras acciones al Santo Sacrificio de la Misa.
4. San Luis María y su amor por María.
La importancia de ir a Jesús a través de la intercesión de María. María es un atajo hacia el Sagrado Corazón de Jesús.
San Luis de Montfort pinta esta imagen. Un hombre pobre quiere darle una manzana golpeada al Rey. No es posible que el pobre hombre tenga acceso al rey; y más aún el Rey no aceptará la manzana, menos golpeada.
Sin embargo, si el pobre hombre conociera a la Reina, y la Reina tiene un aprecio verdadero por este pobre hombre, entonces la Reina aceptará la manzana, la limpiará, la pulirá y la pondrá en una bandeja dorada junto a una rosa. El Rey, que ama a la Reina, recibirá con mucho gusto la manzana; no por la calidad de la manzana, sino por la persona que le dio la manzana, su amada esposa, la Reina.
Por lo tanto, para nosotros debe ser así también. Nuestas acciones son como la manzana. Casi siempre están manchadas o golpeadas por nuestro enorme amor propio y egoísmo.
Sin embargo, si podemos entregarnos a nosotros mismos y nuestras acciones a Jesús a través de las manos y el corazón de la Reina, entonces el Rey, Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores, no podrá negarse.
En otras palabras, María puede ennoblecer y santificar nuestras pequeñas acciones ¡Créelo!
5. La Santa Misa como sacrificio.
Debemos unir nuestras acciones e intenciones con Jesús en el Santo Sacrificio de la Misa.
Cada Santa Misa ofrecida tiene un valor infinito. ¿Por qué? Por la simple pero profunda razón de que Jesús se ofrece a sí mismo como Víctima de Expiación para el Padre. El Padre mira a Su Hijo y dice:
"Éste es mi Hijo amado en quien me complazco".
¡El Padre no puede negarle nada a Su Hijo!
¿Cómo traducir esto de lo místico a lo práctico? ¡No es tan complicado! Asistan a Misa, pero lleguen temprano. Permítanse 15 minutos. Abran sus corazones al máximo con una confianza infinita en Jesús, Su amor por el Padre, Su amor por ustedes y Su amor por el mundo entero. Al hacerlo, estarán poniendo todo lo que fueron, son y serán en el altar antes de que inicie la Misa.
Los días, actividades, dejen todo en el altar, absolutamente todo, no se guarden nada. La cocina, la limpieza, las peleas con tu hijo adolescente, tus peleas con tu pareja, tu miedo del futuro y las inseguridades del presente, tu leve dolor de cabeza y tu mente aturdida.
La clave es poner todo ante el altar antes de que inicie la Misa. Así se estarán ofreciendo a sí mismos y todo lo que han sido, son y serán a lo largo del día.
Cada detalle acerca de quién eres, tus deseos para tu familia y para ti, son de extrema importancia para Jesús. Nada se escapa del ojo amoroso de Jesús. Él conoce incluso cuántos cabellos tenemos en la cabeza y cuando uno se cae al piso.
El Señor Jesús se preocupa verdaderamente por el mundo entero y por todos y cada uno de nosotros individualmente.
Luego, cuando se ofrezca la Misa, especialmente durante la Consagración del Cuerpo y la Sangre, todo lo que pusieron sobre el altar será elevado al Trono Majestuoso del Padre Eterno en Su Hijo amado en quien Él se complace. A este Hijo, Él no puede negarle nada.
6. La Misa del Padre Pio.
Finalmente, y más importante aún, reciban la Sagrada Comunión en las profundidades de sus almas, como lo aconsejaba el Padre Pío
Si están bien dispuestos con un corazón ardiendo y lleno de amor por el Señor Jesús, habrá una explosión de gracias. Sus pequeñas acciones tendrán valor infinito porque aún la más pequeña de ellas fueron ofrecidas al Padre Eterno a través del amoroso Corazón de Jesús.
Cómo ser Santos en las cosas pequeñas e insignificantes depende de lo que practiquemos a diario. Aprendamos el arte de la santidad. No está en la grandeza de nuestras acciones, sino en la pureza de la intención. Sin embargo, es de mucha importancia aprender a ofrecernos a nosotros mismos a Dios a través del puro e Inmaculado Corazón de María y a través de Jesús, la Víctima sin mancha ofrecida a Dios Padre en el Santísimo Sacrificio de la Misa.