No existe un cobro por las bendiciones, ni tarifa y ni siquiera es una obligación, sólo existen personas agradecidas y piadosas
Ningún acto sagrado tiene un costo como tal y muchos menos la bendición otorgada por un sacerdote. En el caso de las bendiciones, estas, forman parte de los derechos de los fieles de recibirlos oportuna y piadosamente y de los ministros sagrados el celebrar las bendiciones.
Como toda bendición es también una acción de gracias existen cierto tipo de bendiciones que por su connotación de haber recibido de Dios un bien físico o económico brota de la mayoría de los fieles un sentimiento de gratitud con Dios por el bien recibido. De este sentimiento piadoso y agradecido se da que los fieles otorguen, algunas veces alguna aportación libre como un gesto de agradecimiento.
A menudo los fieles dicen a su sacerdote o diácono: "Padre, esto es para su gasolina o para su refresco" y este gesto es lícito y válido. Si el fiel aclara que es para el ministro, el podrá hacer uso de ese donativo. Pero si el fiel dice que es para la parroquia, el ministro de la bendición deberá canalizar el donativo a la oficina parroquial.
No existen tarifas u obligaciones.
Nunca hay un cobro por las bendiciones, ni una tarifa y ni siquiera es una obligación, ni contrato. Normalmente la persona más agradecida es en quien más brota ese piadoso sentimiento mientras que en la gente que no tiene sentido de gratitud, a menudo, ni «un gracias» saben dar.
Voy a colocar dos ejemplos y espero que nadie se escandalice.
- En una ocasión me llevaron a bendecir un auto de gran lujo último modelo y al final me dijeron tenga padre para su gasolina y zas que me dan $50 pesos, muy buenos pero exactamente para necesarios tres litros de gasolina. Lo malo que lo dieron con una actitud como de compromiso pues la esposa le dio un codazo al señor para sacar incómodamente de su cartera este billete.
- El mismo día, en otra capilla, dos jóvenes primos entre ellos, estaban esperando llenos de gran alegría, llevar a bendecir su primer auto, un "Vocho" medio pintado y acondicionado con bajo presupuesto, estaban tan alegres que me sentí muy contento con la bendición pues se lo que se siente la alegría de tu primer auto. Al final los jóvenes me dijeron ¡Tenga padre! y me acercaron un billete de $200 pesos. Yo no quise aceptarlo sabiendo de que solo eran dos jóvenes y quizás aún, estudiantes, pero ellos, como fruto de su alegría insistieron. Yo acepté ese donativo sabiendo que era una ofrenda de bendición dada con amor y sabiendo que el Señor que es bueno les sabría compensar el gesto a aquellos jóvenes que con humildad expresaban su agradecimiento a Dios.
Los sacerdotes nos sostenemos muchas veces gracias a la generosidad de la gente pues las ofrendas de las misas contrario a lo que la gente cree no es para nosotros ni para el Vaticano, sino para la parroquia y sus gastos de pagos, construcción y mantenimiento.
La gente que tiene buen corazón dona y ofrenda consciente del mandamiento de la Iglesia "Ayudar a la Iglesia en sus necesidades"