El Bautismo nos llama a renunciar al demonio y todas tus tentaciones, así como al pecado que es nuestro enemigo mortal número uno
El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.
Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (cf Concilio de Florencia: DS 1314; CIC, can 204,1; 849; CCEO 675,1): Baptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo" ("El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra": Catecismo Romano 2,2,5) (Catecismo de la Iglesia Católica #1213)
Este corto pero sustancial párrafo tomado del Catecismo de la Iglesia Católica nos da abundante alimento para nuestro pensamiento, para masticar y digerir mientras la Iglesia conmemora el Bautismo de Jesús para concluir la gozosa etapa de la Navidad.
La celebración litúrgica del Bautismo de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos debería empujar y motivar a revisar nuestro propio bautismo, su significado así como su obligación para nosotros.
Nos gustaría ofrecer estos cinco cortos pero muy prácticos consejos de cómo podemos renovar nuestro propio compromiso bautismal mientras contemplamos a Jesús siendo bautizado por San Juan el Bautista en el río Jordán.
En su bautismo el sublime Misterio de la Santísima Trinidad es revelado, "La Teofanía Trinitaria", la voz del padre es escuchada; el hijo, Jesús, se sumerge en las aguas del Jordán; el Santo espíritu desciende sobre Jesús en forma de una paloma. (Mateo 3,13-17)
1.- El Signo de la Cruz
Uno de los signos más notorios de nuestra pertenencia a la fe Cristiano Católica es la señal de la Cruz.
Cada vez que hacemos la señal de la Cruz profesamos nuestra creencia en el misterio de la Santísima Trinidad, un Dios en tres distintas y separadas personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Éste debe ser un breve momento en el que todos podemos traer a nuestra mente nuestro propio bautismo y la dignidad que fluye de ese sagrado momento.
Mientras las gotas bautismales caen sobre nuestra frente y las palabras del bautismo son pronunciadas por el sacerdote o diácono, dones en abundancia descienden en nuestras almas. Nos convertimos en hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, amigos del espíritu Santo.
Por esta razón el Papa San Leonardo el grande nos exhorta:
"Cristianos reconozcan su dignidad. Todo comenzó en el momento del bautismo".
2.- La fecha de su Bautismo
Si no sabe la fecha específica de su bautismo o las fechas de los bautismos de sus hijos, ¿porque no observamos esta semana y celebramos?
¡Como personas humanas hemos sido llamados a celebrar! Aniversarios de bodas, cumpleaños, días festivos, todos son momentos para celebrar. ¿Por qué no agregar una nueva categoría? ¡La fecha del bautismo!
Como una herramienta de evangelización los padres pueden seguramente catequizar a sus hijos al traer a sus mentes la fecha del bautismo en el contexto de una celebración. ¿Por qué no comprar un pastel con velas?
Sin embargo, debemos ir más allá de cantar y comer. Explíquele el niño el porqué de esta celebración.
Esta fue nuestra segunda fecha de cumpleaños. Usted nació del agua y el espíritu el día de su bautismo. Se convirtió en un hijo de Dios; entró en una nueva familia, la Iglesia, el pueblo de Dios.
3.- Agua Bendita
Use agua bendita a menudo. Cuando uno entra en la Iglesia es un buen hábito hacer la señal de la Cruz sobre nosotros con agua bendita.
En casa antes de irnos a dormir cada noche es un buen hábito que los padres bendigan a sus hijos en nombre de la santísima Trinidad con agua bendita. Una vez más trayendo nuestras mentes nuestro propio bautismo cada vez que el agua bendita es rociada sobre nosotros.
Santa Teresa de Ávila dice que el uso del agua bendita tiene un significado poderoso para expulsar a los demonios de nuestra presencia.
En nuestro bautismo el sacerdote lleva acabo un pequeño exorcismo. Nuestra gracia bautismal excede por mucho el poder del demonio.
4.- El Bautismo
Cada vez que asistimos a la celebración del Sacramento del Bautismo, una vez más traigamos a nuestra mente nuestro propio bautismo.
El Bautismo nos llama a renunciar al demonio y todas tus tentaciones, así como al pecado que es nuestro enemigo mortal número uno.
Si eres llamado a ser el padrino, entonces con mayor razón debes renovar tus promesas bautismales. Tanto los padres como los padrinos son llamados a vivir el símbolo a través de la vela Pascual y una vela menor.
Eso significa que Jesús es la luz principal, pero que somos llamados a tomar de Su luz y compartirla con todo el mundo, ¡especialmente con nuestro ahijado que ha sido confiado en nosotros por Dios!
Una vez más permitamos que las palabras de San Leonardo el grande hagan eco en la profundidad de nuestro corazón:
"Cristianos reconozcan su dignidad".
5.- El llamado misionero
Antes de ascender al cielo Jesús le dio a los apóstoles, así como a nosotros, órdenes de cómo seguir su camino, nuestra misión, nuestra tarea a desempeñar. Lee lentamente y medita en las últimas palabras de Jesús:
"Jesús se acercó a ellos y les dijo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo". (Mateo 28,18-20)
¡Qué gran mensaje! ¡No puede ser más claro! Jesús cita a todos los bautizados a traer la gracia de su propio bautismo al mundo entero, la gracia de Dios, la presencia de la Trinidad no está hecha para ser oculta debajo de una olla o de una canasta, sino para brillar y ser compartida con el mundo entero.
Podemos concluir al escuchar las palabras de consuelo del papa Benedicto XVI:
"A través del Bautismo cada niño es insertado en la comunidad de amigos que nunca lo abandonará ni mientras viva ni a la hora de su muerte este grupo de amigos, esta familia de Dios, en la que el niño es ahora admitido, siempre lo acompañará, aún en los días de sufrimiento y en las noches oscuras de su vida; le dará consuelo, lo confortará y le dará luz. (Papa Benedicto XVI, enero 8, 2006. Tomado del YOU-CAT # 193)
Con estas palabras del Santo Padre y un consejo práctico, busquemos vivir nuestro bautismo al máximo, reflejando la Luz de Cristo