Para aprovechar mejor la comunión invita a María y recíbela con ella, es una de las formas más íntimas en las que podemos llegar a Jesús
Si hay algo que debemos hacer para aprovechar mejor la comunión es ir de la Mano de María Inmaculada. Ella es el molde de Dios, el Sagrario que recibió a la Segunda persona de la Santísima Trinidad en su seno Virginal ¿Quién más que ella para que nos acompañe en este proceso de comunión universal?
Algunos de nosotros escucharemos excelentes homilías acerca de la teología de la Inmaculada Concepción de María, pero ¿qué importancia le damos a este misterio en nuestra vida espiritual?
San Luis María Grignion de Montfort, nos dice que Nuestra Señora es el "molde de Dios", el molde en el que Cristo fue formado; por lo tanto, quien se entrega a María también será moldeado en Cristo.
Ella es el medio por el que Jesús vino a nosotros y por tanto, ella también es el medio por el cual nosotros podemos ir a Él.
María es la Puerta del Cielo.
Una de las formas más íntimas en las que podemos llegar a Jesús por medio de María, nuestra "Puerta del Cielo", es invitándola a recibir con nosotros la Santa Comunión. Esto es, si nos entregamos completamente a María justo antes de la Comunión, y le pedimos que nos preste su corazón, entonces ella nos adornará con sus virtudes para que podamos recibir a su Hijo con la misma pureza y fe con la que ella lo recibió en la Anunciación.
Esa fue la razón por la cual María fue concebida Inmaculada en el vientre de su madre, Santa Ana: para que María, pura y sin mancha, pudiera ser un vaso digno para recibir el Cuerpo y Sangre de Jesús.
Por lo tanto, ella es quien nos puede preparar para recibirlo dignamente en la Comunión.
María nos prepara para recibir la sagrada comunión.
Santa Teresa de Lisieux, nos presenta una hermosa imagen de María preparándonos para recibir la Santa Comunión, la cual aquí relatamos un poco diferente.
Imagínate que tu alma es un niño de tres años que acaba de jugar en el lodo, y que le avergüenza presentarse en ese estado en el altar para recibir a Jesús.
Pero en cuanto le pedimos a María, Madre Nuestra, que se encargue de hacernos dignos y presentables, ella nos limpia del lodo que nos cubre el rostro y el cuerpo, cepilla nuestro cabello y nos viste con nuestro mejor atuendo.
Ahora, gracias a Nuestra Madre María, tenemos un aspecto pulcro, que nos permite presentarnos sin vergüenza ante el "Banquete de Ángeles" en el momento de la Comunión.
Necesitamos el apoyo de María.
Aunque intelectualmente podamos comprender la importancia de recibir este gran Sacramento, nuestros sentidos y nuestra naturaleza nos impiden entender completamente este misterio.
Por lo que, al igual que un infante necesita que su madre le corte su comida y le ayude a comer, nosotros necesitamos del apoyo de Nuestra Madre para recibir la Eucaristía y que por sus méritos y pureza podamos recibirlo dignamente como ella lo recibió y no perdernos de recibir ninguna de sus gracias, debido a nuestra naturaleza inmadura y pecadora.
Necesitamos a María antes y durante la Comunión. Y la necesitamos también después para dar gracias y meditar el gran regalo que recibimos en Cristo. Pero igual, como pequeños niños, no tenemos la paciencia ni la tranquilidad para entender la Presencia de Dios en nosotros, porque somos distraídos por nuestros pensamientos mundanos.
Queremos salir pronto de misa para ir a desayunar o a hacer lo que vamos a hacer el resto del día. Una vez más, necesitamos a Nuestra Madre.
Si le entregamos nuestra Comunión y le pedimos que Ella se encargue de dar gracias por nosotros, podremos estar seguros que Ella le dirá lo necesario al Señor, de adulto a adulto, para que Él sea propiamente alabado y agradecido por su más grande regalo, en la magnitud que solo Ella puede ver y entender.
María embellece nuestra oración.
Cuando adoramos a Jesús con y a través del corazón de María, nuestra oración se vuelve pura e infinitamente más agradable a Dios por haber pasado a través de María, la Inmaculada.
Piensa en María como una custodia en la cual puedes colocar la Hostia que acabas de recibir; a través de la pureza de María podemos adorar con más pureza a quien hemos recibido: Jesús.
Por lo tanto demos gracias a Dios por la Inmaculada Concepción de María. Demos gracias porque ella fue creada sin pecado desde el vientre de su madre para que nosotros pudiéramos ser dignos de recibir al Verbo Encarnado desde su propio vientre.
A través de su Inmaculada Concepción, María puede ser nuestra mediadora de gracias para aprovechar mejor la Comunión. No ignoremos cualquier oportunidad de abrir nuestro corazón a estas gracias.