¿Has oído hablar sobre el descanso en el Espíritu? Esto es un don carismático que se caracteriza por una fuerte presencia sanadora del Dios vivo que purifica
¿Qué es el descanso en el Espíritu? ¿Es un don carismático?.
Cuando nos referimos a "Descansar en el Espíritu", solemos vincularlo con encontrar la paz, la tranquilidad y una renovación espiritual a través de una profunda conexión con el Espíritu Santo. Implica entregarse a la guía y la presencia del Espíritu Santo, permitiéndole que traiga una sensación de calma y renovación al ser interior, y al mismo tiempo, de un gozo que se nota de forma externa.
Descansar en el Espíritu también implica ser receptivo y estar abierto a los impulsos y enseñanzas del Espíritu. Requiere un estado de rendición, en el que uno suelta el control y permite que el Espíritu actúe en su vida. Es un estado de fe profunda, en el que uno encuentra descanso en el conocimiento de que el Espíritu está siempre presente, dirigiéndolo y guiándolo hacia un propósito más elevado y una mayor conexión espiritual con nuestro Dios Creador.
A continuación, el Padre José Luis Aguilar, nos trae una muy buena catequesis sobre lo que es el Descanso en el Espíritu, que quizá pueda ayudarte a aclarar tus dudas con respecto a este carisma.
Descanso en el Espíritu, ¿qué es?
El descanso del Espíritu es un don carismático, otorgado a uno o a varios para transmitir a otros una cierta protección de Dios, con lo que se alimentan la fe, la paz interior, la inteligencia de las enseñanzas recibidas y se facilita la práctica de la vida cristiana, al suprimirse bloqueos o resistencias más o menos conscientes a la acción del Señor, lo cual a veces se expresa o se visualiza con un rendimiento ante Dios que conlleva la pérdida pasajera del equilibrio corporal, deslizándose suavemente hacia el suelo o sobre el asiento que se ocupa, con una cesación pasajera del movimiento corporal y local.
Dado que existen en la práctica pastoral y en la teoría dudas, equivocaciones y hasta errores en torno a este fenómeno del descanso del Espíritu, puede resultar útil y conveniente hacer algunas aclaraciones al respecto.
1. El descanso es sanación.
El descanso pertenece al carisma de sanación, es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y de la memoria, con un lleno de la presencia de Dios, de su amor y de su paz, de modo que a veces, el cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a veces.
2. Resistencia o aceptación.
Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por sentirse asustado ante él, pero entonces no suelen continuar en el que se ha resistido los frutos de paz y de oración más recogida, y pueden quedar en él rastros nuevos de turbación o de inquietud.
Algunos, que no se resisten a este don, tras la oración y la imposición de manos, se sienten caer suavemente hacia el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como relajadamente inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser pasajero y breve.
3. Fuerte presencia sanadora.
El aspecto principal del descanso en el Espíritu, es la fuerte presencia sanadora del Dios viviente, que purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores a su acción fortalece el alma para sobrellevar el peso del compromiso cristiano de un modo renovado.
4. El descanso es rendirse a Dios.
El punto controvertido y discutible en el descanso en el Espíritu es ese sentirse anonadado por el peso del amor de Dios con el fenómeno espectacular de la caída suave del cuerpo hacia atrás o hacia adelante, hasta que el don se haya pasado.
Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del cuerpo es como una señal externa de un nuevo rendimiento al Señorío de Cristo y de una nueva aceptación del amor y la voluntad de Dios sin resistencias.
Hay personas que creen erróneamente que caen al suelo porque han sido empujadas por el que les impone las manos.
De hecho, es el amor abrumador de Dios el que empuja y vence poderosamente obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales
5. El poder del descanso.
El poder de descansar en el Espíritu es el aspecto más delicado de este don, que el Señor concede a algunos en los grupos de intercesión:
- El don parece en sí válido por sus efectos buenos: paz, presencia de Dios, más facilidad para orar, sanación de traumas y resistencias a Dios, liberación de opresiones.
- El descanso en el Espíritu no es expresamente una oración de quietud con su experiencia directa del amor de Dios, que aquí se experimenta con amor sanador más directamente que como don de oración contemplativa.
- Tampoco se trata de un fenómeno natural de hipnosis, donde la voluntad queda casi totalmente suspendida y sometida al hipnotizador, donde la conciencia se entorpece y la memoria de la actividad desarrollada en hipnosis se pierde al volver en sí. A veces esta alienación transitoria del hipnotizado resulta seriamente peligrosa. Nada de esto sucede en el descanso en el Espíritu: la voluntad y el entendimiento se mantienen despiertos y activos, sin someterse a nadie más que a Dios.
- Tampoco se ha de confundirse el descanso en el Espíritu con un posible influjo diabólico, que emboba las potencias del hombre y obscurece, turba y debilita espiritualmente el alma y lleva al que lo padece a buscar sitios concurridos para llamar la atención de otros y distraerlos de su oración o de la sanación interior en curso. Este influjo diabólico deja gran turbación, depresiones y falta de paz en el que lo ha recibido.
- Ha habido abusos por parte de personas que por su debilidad psicológica o por ganas de atraer hacia ellas la atención simularon el descanso en el Espíritu. Los efectos posteriores de tristeza, depresión, angustia, oscuridad espiritual, insatisfacción y falta de paz, declararon la falsificación de un don carismático.
- Se necesita, por tanto, enseñanza sana, discernimiento y guía espiritual recta durante este ministerio de sanación por el descanso en el Espíritu y después de él.
- No conviene despertar al que está en el descanso en el Espíritu, no se le turbe tras él con preguntas agobiantes e indiscretas; no se le obligue a dar paseos para despejarse, etc.; al que tuvo el descanso déjesele tranquilo por un rato largo para que el don de Dios produzca sus efectos buenos sin interferencias humanas. En el falso descanso, despiértese al paciente.
- No se haga del descanso en el espíritu el don central del ministerio de sanación. La sanación viene de la presencia de Jesús sanador y Salvador y del poder de su Espíritu aceptado desde la fe.
- Tampoco se caiga en el otro extremo de denunciar este don como algo ajeno a la Renovación Carismática y como una novedad de la Iglesia. Se trata de un fenómeno conocido en la historia de la Iglesia.
- En el descanso en el Espíritu la mente está más clara para acoger a Dios; no es, por tanto, un desmayo donde la inteligencia se nubla o se pierde temporalmente.
- El descanso en el Espíritu (fenómeno de sanación) nada tiene que ver con la caída al suelo en una crisis epiléptica (enfermedad con pérdida de sentido, espumarajos, estremecimientos, cf. Mc. 9.18: "lo derriba al suelo, le hace echar espumarajos y rechinar los dientes". Este mismo niño del Evangelio de San Marcos, cuando recibe la curación fisiológica de su epilepsia, la psicológica de sus desmayos y la espiritual, liberado de aquel espíritu malo que le arrastraba hacia el fuego o hacia el agua para destruirlo, queda en una especie de descanso en el Espíritu (Mc.9.26: "el muchacho quedó curado como muerto"), pero enseguida Cristo lo levantó y estaba sano.
El descanso en el Espíritu es diferente del éxtasis sobrenatural, donde la mente queda absorbida en Dios y elevada para conocer sus misterios, con cesación del ejercicio de los sentidos exteriores. San Pablo nos recuerda este don de oración más propio de almas perfectas, cuando nos dice que subió arrebatado hasta el tercer cielo en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé, y oyó palabras arcanas que el hombre no puede pronunciar. (2 Cor.12, 2-4).
El mismo San Pablo, cuando se convierte a Cristo, recibe una especie de descanso en el Espíritu, como don de principiantes; y cae en tierra de su caballo sin hacerse daño (Hechos 9.4; Pablo cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?".
Oración al Espíritu Santo.
Espíritu Santo Celestial, agradecidos por tu Presencia constante en nuestras vidas, acudimos a ti, buscando guía, consuelo, fortaleza y sabiduría, presencia. Tú, que eres la fuente de amor eterno, ayúdanos a escuchar tus inspiraciones, llena nuestros corazones con Tu gracia para que podamos sentir tu fuego vivo dentro de nosotros y así poder vivificar nuestra fe. Concédenos sabiduría para discernir el camino que tenemos por delante. Ilumina nuestras mentes, y elimina todo temor y miedo. Oh, Espíritu Santo, nos rendimos a Tu voluntad, danos tus dones, para servirnos y bendecirnos mutuamente. Renueva nuestros espíritus, reanima nuestras almas cansadas, enciende en nosotros un celo ardiente, que nunca se apaga. Te alabamos, Santo Espíritu Divino, por tu amor permanente, que Tu presencia nos guíe al cielo. Ayúdanos a encontrar el verdadero descanso en ti. Amén.
Cuando encontramos el verdadero descanso en el Espíritu, significa que nos hemos rendido a la fuerza del Espíritu Divino, y nos hemos decidido a confiar en la guía y el poder con el que Él quiere llenar nuestras vidas. Descansar en el Espíritu implica entregarse a las distintas manifestaciones de la presencia del Espíritu, permitiendo que traiga sanación y renovación de nuestro espíritu.