La propuesta de la Iglesia para Adviento se resume en tres palabras: Oración, Austeridad, Compartir. 3 Ejercicios de Adviento para Sanar Heridas Emocionales
3 Ejercicios Espirituales de Adviento para Sanar Cargas Emocionales.
La palabra "Adviento" se deriva de las palabras del Latín, ad-venio o adventus, que significan "venida". Es una época litúrgica en la Iglesia Católica que ha dado origen a costumbres y prácticas en la vida diaria católica, que significa estar llenos de una fe viva. Atravesar este tiempo desde una verdadera fe y reflexión consiste en reflexionar sobre cómo podemos preparar nuestros corazones y hogares para el nacimiento de Cristo en el mundo actual.
El Tiempo de Adviento.
Es un tiempo para que las comunidades de fe y las familias recuerden, mediante la oración, las reflexiones, la música especial y las buenas acciones, cuál es el verdadero significado del nacimiento de Jesús. Hay muchas tradiciones diferentes asociadas a las cuatro semanas de Adviento.
El Adviento tiene un doble carácter: como un tiempo para prepararse para la solemnidad de la Navidad, en la que se nos recuerda la primera venida del Hijo de Dios y como una temporada en que el recuerdo dirige la mente y el corazón para esperar la Segunda Venida de Cristo al final de los tiempos. Por estas razones, la estación del Adviento es, por lo tanto, un período para de muchas expectativas devotas y alegres
3 ejercicios para Adviento para sanar heridas emocionales.
La Iglesia Católica es rica en enseñanza sobre muchos aspectos de nuestra vida. Ella nos hace una propuesta concreta para el tiempo de Adviento. La propuesta la resumimos en tres palabras: Oración, Austeridad, Compartir
1. Oración y Celebración
El cristiano ha de orar siempre y cualquier tiempo es bueno para orar. Pero la Iglesia insiste en que los cristianos intensifiquen su oración durante el tiempo de Adviento, es uno de los tiempos litúrgicos fuertes.
"Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espíritu". (1 Tesalonicenses, 5,17-19)
Los momentos más importantes de oración son las celebraciones, entre las que ocupan el primer lugar la eucaristía. La liturgia de Adviento ofrece un abundante servicio de lecturas de la palabra de Dios, de oraciones, de cantos, impregnados del espíritu de Adviento.
Para la oración personal, pueden servir de guía los textos de la Palabra de Dios que nos ofrece la liturgia de cada día. Leamos pausadamente el texto, subrayemos lo que más nos impresiona, repitámoslo interiormente, expresemos ante el Señor las actitudes que nos sugiere, asumamos el compromiso que nos urge.
Vivir en oración cada una de las celebraciones de Adviento, nos pondrá en camino para sanar nuestras heridas emocionales.
2. Austeridad de vida.
En estos tiempos parece que esa palabra de "Austeridad" fue sacada del diccionario. El mundo está más atento a lo superficial y no deja paso al vivir en verdadera comunión con los hermanos y hermanas de muy escasos recursos. Tradicionalmente, la austeridad de vida del Adviento ha estado ligado a la privación de alimentos, ayuno. Este ejercicio se ha tomado, más como el cumplimiento de una ley, que como un ejercicio de austeridad.
La austeridad del Adviento nos invita a mirar hacia la realidad social, económica y política que vive la gente. No podemos tener el goce y el disfrute egoísta de la riqueza, cuando hay hombres, mujeres, niños y ancianos, que sólo pueden comer una vez al día o ninguna, y carecen de remedios para su salud.
No podemos tener el goce y disfrute de los bienes, cuando son muchas las personas que no pueden darse una alegría ni siquiera en las fiestas de Navidad. La austeridad de estos días ha de tener un fuerte sentido social.
3. Compartir.
Una forma de compartir, de larga tradición en la Iglesia, es la limosna. Por muchas razones se le ha cuestionado. No por lo que tiene de generosidad y de expresión de amor fraterno, sino por la forma, y en ocasiones, por su dudosa eficacia. En un tiempo en que todo se organiza y se programa en vistas a la eficacia, no podemos seguir funcionando con formas de compartir ya superadas.
No colaboremos con nuestra limosna a mantener los pobres en la calle, convirtiéndolos en "indigentes de profesión", sino que nuestra limosna, como nos lo pide el Papa Francisco, esté acompañada por un gesto de amor, de cercanía, de esperanza, de ayuda para levantarse. Recordando siempre, como señala el Papa, que "el hambriento nos pide dignidad, no limosna"
Los cristianos tenemos más cosas que compartir, además de los bienes materiales: la fe, la esperanza, el gozo, la oración, las inquietudes para que el Reino de Dios se convierta en una bella realidad visible y palpable.
Sanando heridas con el Adviento.
El tiempo de Adviento nos invita a alejarnos de lo que puede ser una época frenética de fiestas y compras para considerar cómo conmemoramos el nacimiento de Jesús, uno de los momentos más sagrados de la fe cristiana. Es un momento para reflexionar sobre el regreso triunfal de Jesús en la segunda venida y de cómo puede Él de verdad quedarse en el interior del corazón para que nos sane de todas esas heridas emocionales de las cuales nos ha costado librarnos.
Este es un tiempo para el consuelo y el recuerdo. Para perdonar y pedir perdón. Para dejar atrás esos sentimientos anidados en el corazón que nos hacen daño a nosotros mismos. Si quieres sanar todas esas heridas emocionales, el Tiempo de Adviento, es la mejor forma de prepararte para ello, pues con la llegada del Niño Jesús, se abre la puerta a su innumerable Gracia sobre nuestra vida que nos ayudará a avanzar a reconstruir todo ese amor que, debido a nuestra falta de perdón, no hemos podido edificar correctamente. Vivamos el Adviento con fe, amor y esperanza y veremos como el Niño Dios viene con toda su ternura a liberarnos de todas esas cargas y heridas emocionales que afectan todas nuestras relaciones ¡Feliz Adviento!
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