Los hijos son un regalo de Dios para nosotros los padres. Tener excelente cuidado de Su creación es nuestra ofrenda hacia Él
"Es más fácil para un padre tener un hijo que para un hijo tener un verdadero padre" (San Juan XXIII)
Frecuentemente me siento completamente perdido y perplejo siendo un papá católico en el mundo actual. ¿Cómo puedo poner el ejemplo correctamente ¿Cómo puedo ayudar a mis hijos a crecer con una fuerte fe católica? ¿Cómo los preparo para una cultura que enseña y recompensa acciones que van en contra de nuestras creencias y de nuestra manera de vivir?
Una de las oraciones diarias que realizo después de agradecer a Dios por mi esposa y mis hijos es pedir ayuda para vivir de acuerdo con mi vocación como esposo y padre de familia. ¿Alguna vez has hecho lo mismo?
Durante el tiempo que dedico a la oración, suelo reflexionar acerca del ejemplo de San José quien es el santo patrono de los padres y el mejor modelo que podemos seguir. ¿Qué podemos aprender de este gran santo?
En realidad no soy experto, pero al parecer, si sigo el ejemplo de San José, tendré mis prioridades ordenadas teniendo en primer lugar a Cristo, en segundo a mi familia y en tercer lugar a mi trabajo.
Un Papá que imita a San José invierte tiempo de calidad con su familia, no solo tiempo; es un padre modelo para su familia al vivir su fe católica y siendo la luz de Cristo para otros.
Este padre tiene gozo en su corazón y es un hombre de oración. Este papá católico honra y ama su esposa y eleva el Sacramento del Matrimonio a los ojos de sus hijos como algo especial y sagrado.
¿Qué tipo de máximas sigue un papá católico que trata de imitar a San José para permanecer en el camino correcto? Si consideramos lo que las escrituras y la Iglesia nos enseña, podemos ver estos cuatro principios críticos como una guía:
- Nuestra vocación es que nuestra familia alcance el cielo.
- Nuestros hijos siempre nos están mirando. Ellos probablemente reproducirán más adelante en sus vidas lo que aprendieron en casa.
- Fuimos hechos para el cielo, no para este mundo. Actuemos acorde a esto.
- Nuestros hijos son regalos de Dios para nosotros. El amor y el cuidado que mostremos hacia ellos es nuestra ofrenda de regreso hacia Él.
¿Te parece esclarecedor? A mí también.
Papá, adivina ¿qué?, algunas veces tú y yo simplemente tenemos que trabajar bien duro. Tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos aun cuando no nos sintamos seguros.
Tendremos que sacrificar algún tiempo de nuestro empleo, tiempo de descanso, de diversión y tiempo personal por la misión Familia que nos ha sido encomendada.
Es muy sabio (a pesar de que da miedo) el darnos cuenta de que nuestros hijos miran cada movimiento nuestro y así llegarán a ser como nosotros algún día. Mi oración es para que esto sea algo positivo.
Papás, les exhorto a que todos nosotros llevemos a la oración los cuatro principios comentados arriba. No permitamos que nuestra oración deje de suplicar ayuda. Busquemos la intercesión de nuestra Santísima Madre y de San José.
Oremos por los demás papás, para que la familia sea un reto, para que sean valientes. Vivamos nuestra vocación de paternidad con coraje y honor, así como lo dijo el Arzobispo Gómez de Los Ángeles:
"Es una promesa el ser fieles a la vocación de ser padre. Aún después de una larga jornada laboral, aun cuando haya muchos pendientes por hacer en lugar de esto, Sonríele a tus hijos, hazlos reír, disfruta con ellos y dedícales tiempo para jugar. Porque esta es la función de un verdadero padre, mantener la promesa de amarlos".
Si nosotros como papás nos ausentamos y no llevamos nuestro compromiso de padres, ¿Cuáles son las alternativas? ¿Qué va a suceder? Después de mi reflexión en la oración, me parece obvio que la mayoría de los padres en este estado probablemente enfrenten las siguientes opciones:
- Renunciar a nuestras responsabilidades paternas.
Podemos permitir que alguien más o la televisión, el internet, los videojuegos y la cultura materialista atea sean quienes construyan la moral de nuestros hijos y solo esperar a ver qué pasa en el futuro
O en su lugar:
- Vivir nuestra responsabilidad y nuestra vocación como padres.
Estamos llamados a ser santos y nuestra vocación claramente se define en ayudar a nuestra familia a alcanzar el cielo. Esta es una gran misión y requiere coraje, trabajo duro, elecciones difíciles y cantidad enorme de oración.
¿Qué tan seguido elegimos esta segunda opción, pero perdemos el enfoque, nos ocupamos de otras cosas y permitimos que la primera opción ocurra? Me temo que a todos nos sucede tarde o temprano, siendo honestos.
¿Qué podemos hacer para seguir la segunda opción de manera automática? Ninguno de nosotros es perfecto, sin embargo podemos seguir estos cinco pasos básicos para hacer que suceda:
1.- Convivir TODO el tiempo posible.
Mi hijo menor y yo llevamos nuestras mejores conversaciones de camino a la práctica de su deporte favorito y cuando jugamos fútbol en el patio.
Mi hijo mayor y yo tomamos largas caminatas y ahí es donde tenemos las mejores conversaciones. Lo importante es maximizar cada minuto con nuestros hijos para tener la oportunidad de compartir y guiarlos hacia las mejores decisiones en la vida.
Hacer del tiempo de la comida una prioridad para estar juntos es una manera sabia de hacer que esto suceda.
Has de saber que sus esfuerzos para llamar nuestra atención, frecuentemente son en realidad gritos para pedir ayuda.
2.- Escuchar antes de interpretar
Esto es algo tan difícil para mí. El camino más rápido para que mis hijos se cierren y no comenten sus pensamientos es tratar de darles una lección.
Quizás les puedo dar la lección después, pero necesito escucharlos primero y hacer empatía para que compartan sus pensamientos y sentimientos.
3.- Ser un gran modelo de papá católico
No se necesita mucho más que seguir esto, pero ¿nos damos cuenta que tan seguido nuestros hijos observan cada movimiento nuestro?
Ellos amarán a Dios, se motivarán con la Misa y tendrán devoción de nuestra fe católica, sólo si nosotros lo hacemos. Ellos probablemente oren fielmente si nosotros lo hacemos.
Y probablemente seguirán el Magisterio de la Iglesia dejando fuera el ser "Católico de ocasión", sólo si nosotros lo hacemos.
4.- Honrar el sacramento del Matrimonio
¿Quisiéramos ver a nuestros hijos casados y empezando una gran familia algún día? Amemos entonces a nuestras esposas y modelemos el tipo de matrimonio que queremos que ellos disfruten.
Mostremos el afecto abiertamente, diciendo "te amo", y asegurémonos que nuestros hijos sepan que honramos y respetamos a la persona con la que nos hemos casado.
Estaríamos condenando a nuestros hijos a un matrimonio sin futuro o posible divorcio si los dejamos crecer en un hogar donde el Sacramento del Matrimonio no se atesora ni valora.
5.- Despegarse de la cultura popular y desconectarse
Adivina ¿qué?, si nos obsesionamos con algún programa de televisión, si compramos la basura que promueven los medios, y tratamos de seguir la moda de los vecinos, nuestros hijos probablemente crecerán imitando nuestro comportamiento.
Estoy empezando a sentir que cada minuto gastado enfrente del televisor o la computadora es tiempo desperdiciado y estoy perdiendo la oportunidad de interactuar con mi familia.
Esta puede ser la parte más difícil de la lista, pero podemos hacer un mejor trabajo enfocándonos en lo importante y definiendo en qué queremos invertir nuestro tiempo.
Compadre, ¿no crees que el ser buen padre se parece a un partido de luchas que nunca termina? Este es un tema frecuente en mis oraciones diarias cuando busco discernimiento y valor para hacer las cosas correctamente.
La alternativa para mi lucha diaria es ser apático, pero el luchar me garantizará que mis hijos crezcan con buenas bases en su fe, en valores y un sentido de lo que es verdaderamente importante en la vida.
Los hijos son como una masa moldeable esperando a ser formada y desarrollada. En nuestra ausencia, aquellos que solo ven a nuestros hijos como consumidores o que buscan hacerles daño, los dejarán vacíos por dentro.
¿Recuerdas todavía el cuarto principio básico?
Los hijos son un regalo de Dios para nosotros. Tener excelente cuidado de Su creación es nuestra ofrenda hacia Él.