Tal vez es hora de hacer algo diferente. Admitir un poco de la responsabilidad. Deja de preguntarte dónde están los hombres y mujeres buenas
Como alguien que ha escrito mucho sobre citas, he recibido mucha retroalimentación de jóvenes solteros adultos- damas y caballeros que aún no tienen una relación y quieren hacerlo, que frecuentemente hacen una pregunta muy honesta:
"¿Dónde están todos los hombres buenos?" o "¿Dónde están todas las mujeres buenas?"
Esta pregunta está probablemente enraizada en las experiencias poco satisfactorias de cada persona: los tipos que ella conoce no la convencen, las chicas que él conoce no son su tipo. Algunos no pueden conseguir una cita y otros no disfrutan las citas que consiguen.
Son solteros y ya no lo quieren ser, y en muchos casos, con razón, tienen preferencias flexibles (ejem. "Me gustan las barbas, pero no requiero que el tipo tenga una") y estándares estables: Ellos quieren una esposa Católica, alguien comprometida con su santidad, que busque a Cristo primero, que practiques virtudes de esas personas que, en nuestra cultura, son pocas y difíciles de encontrar.
Así que cuando me preguntan dónde están los hombres buenos, o donde están las mujeres buenas, me inspiran a preguntarme a mí misma: ¿Qué esfuerzo has hecho exactamente por encontrarlos?
Y esa es una pregunta sincera, no una acusación. Y no lo pregunto porque crea que no hayas hecho un esfuerzo. Probablemente ni te conozca, así que no tengo idea. Me lo pregunto cómo una invitación a pensar de forma crítica acerca de cualquier esfuerzo que hubieses realizado.
Porque las mujeres que no han encontrado un buen hombre y los hombres que no han encontrado una buena mujer saben tan bien como yo que no es que no existan buenos hombres y mujeres que llenen sus expectativas. Si existen, los conozco cada vez que hablo en una clase de Teología, en una conferencia o en una Iglesia.
Pero también ustedes saben tan perfectamente como yo que si no han encontrado a alguien aun, no es porque no hayas tenido acceso a uno.
Esa deja de ser una excusa si tú tienes, digamos, una licencia de conducir, internet, amigos que tienen amigos que son solteros. Deja de buscar en tu pequeño círculo o en los alrededores de tu parroquia para ver si existen obstáculos infranqueables, existen muchos de ellos y es tu trabajo poder sobrepasarlos.
¿Es un inconveniente que sigas viajando más lejos que a Misa o a una reunión de jóvenes adultos porque estas en tus treintas y sientes que estas rodeados de solo gente mayor? Por supuesto que sí. ¿Es inconveniente hacer tiempo para esto cuando crees que no tienes nada que lograr? ¡Puedes apostarlo!
Pero la inconveniencia no es una razón para que una persona no pueda acceder a círculos de personas que puedas conocer. Su falta de voluntad para soportar la inconveniencia es la razón. Una persona que no está dispuesta a la inconveniencia es una persona que no está comprometida a encontrar un cónyuge.
¿Y sabes qué más? Yo creo que probablemente ya conoces a esa persona.
Tal vez cuando las cosas que hagamos por conocer a la mujer o al hombre correcto no funcionen, esto nos inspira otra pregunta: Si tú crees que tu vocación es el matrimonio y los pasos que has tomado hasta hora para conocer a alguien no han funcionado, ¿por qué sigues haciendo lo mismo?
Tal vez es hora de hacer algo diferente: Admitir un poco de la responsabilidad. Deja de preguntarte donde están los hombres y mujeres buenas y reconoce que tanto los buenos hombres y mujeres católicos son casi siempre difíciles de encontrar. Así que deja de utilizar eso como una excusa para declararte derrotado y en lugar de eso úsala más bien como lo que debería ser: una razón para esforzarte más. Una razón para no solo asistir a la cita. Una razón para tratar nuevas formas o lugares cuando los viejos no han funcionado.
Esta es una invitación a considerar las opciones que una persona de hecho toma si está realmente comprometida a encontrar un cónyuge (y a considerar si tú tienes que hacerlo). Es una oportunidad de probar que estas comprometido, o, como puede ser el caso, probar que no lo estás.
Es también el permiso para aceptar que el compromiso de una persona con encontrar un cónyuge no garantiza que lo encontrarás, y preocuparse menos de eso y abandonarnos a lo que sea la voluntad de Dios para nuestras vidas.