Los que somos llamados al matrimonio, debemos entender que «hasta que la muerte nos separe» es algo difícil. Superar una crisis matrimonial
Una crisis matrimonial, para algunos, puede ser una vía rápida para el divorcio ¡Pero hay excepciones! hay casos en los que, una crisis matrimonial puede ayudar a los cónyuges a acercarse, a enfocarse en prestarse apoyo el uno al otro y a trabajar en equipo como un medio de supervivencia.
Cuando las parejas se dedican seriamente a planificar una romántica y caprichosa boda y luna de miel, rara vez consideran la posibilidad de que luego tengan que cargar con pesadas cruces. No estoy diciendo que todos lo que se casan deben llevar una nube de fatalidad encima de sus cabezas y corazones, pero es importante que aquellos que son llamados a la vocación del matrimonio, entiendan que "hasta que la muerte nos separe", suele ser bastante tiempo.
Mi esposo y yo no éramos diferentes cuando planeamos nuestra boda al estilo escocés hace ocho años, me cautivó el vestido perfecto, quería que el estampado de tartán estuviera en todas partes y que la comida de nuestros invitados fuera deliciosa, pero en el fondo sabía que el matrimonio podría ser muy duro.
El matrimonio es todo eso que sucede después de la boda y la luna de miel, es la vida cotidiana.
Ben y yo nunca imaginamos que nuestra vida sería de la forma que es. Al principio perseguíamos el sueño americano, con una vida de lujo, comodidades y placeres. Queríamos que nuestro "para siempre" fuese una gran casa de cercas blancas, varios niños y un perro. Lo que recibimos fue una desgastada casa del siglo XIX en un pueblo llamado Mayberry, un perrito abandonado y dos niñas con necesidades especiales.
Nuestra crisis matrimonial se agravó cuando Sarah nació hace ya más de dos años, pero nos dimos cuenta de que aun nos esperan muchas crisis en el futuro. Nosotros preferimos llamarlo cruces del matrimonio: Nuestro paseo por la infertilidad, la carga financiera y el estrés de estar constantemente pagando facturas médicas, y el dolor de cuidar a una niña con salud frágil y otra con ansiedad psicológica al preescolar, aún así, lo hacemos con mucho amor.
Nuestra sociedad, y me atrevo a decir que nuestra Iglesia, no nos prepara adecuadamente para estas tormentas, juicios y ataque espirituales.
¿Cómo podemos sobrevivir entonces a una crisis matrimonial? Voy a compartir cinco cosas que nos han ayudado a Ben y a mí, a soportar las pruebas en el camino de nuestro matrimonio hasta ahora:
1.- No tengas el divorcio como una opción.
¿Cuántos de nosotros hablamos honestamente de este tema con nuestro cónyuge?
Durante el primer año de matrimonio, Ben y yo acordamos jamás mencionar la palabra "D" durante nuestras discusiones, decirla sería un obstáculo para nuestra relación, algo que en el futuro solo nos dividiría y heriría a la otra persona.
Incluso aunque el pensamiento del divorcio ha sido una tentación para nosotros (al menos para mí), ambos convenimos rezar en silencio y rápidamente cuando esa tentación se hiciera presente, así no mencionaríamos ese pensamiento en voz alta.
Cuando las parejas traen constante y persistentemente la posibilidad de un divorcio, los días, las semanas, los meses e incluso los años se vuelven un desafío, entonces deben encontrar una alternativa para resolver las cosas, deben trabajar para establecer un diálogo el uno con el otro y encontrar soluciones a los problemas.
2.- Acercarse al altar de la vida con humildad.
Ben y yo no somos gente humilde por naturaleza. Los dos hemos declarado tener temperamentos iracundos, así que tendemos a disfrutar de animados debates sin dar un paso atrás. Eso fue una espada de doble filo, las disputas entre nosotros solían ser acaloradas y terminábamos hiriéndonos mutuamente.
Lo que nos ayudó fue darnos una mirada honesta y con humildad a nosotros mismos.
Cuando estamos discutiendo cada uno cree tener la razón y que el otro está equivocado, así que puede ser casi imposible para nosotros dejar de pelear, tomarnos un momento y pedir al Espíritu Santo que ilumine nuestros corazones con una visión honesta, y de cómo estábamos contribuyendo al dolor o frustración del otro.
El Espíritu Santo siempre viene en nuestro auxilio, pero no necesariamente en el medio de un intenso altercado verbal.
Ben y yo acordamos que durante esos momentos, después de que ambos nos hayamos tomado un tiempo para orar por nuestra disputa, revisaríamos la discusión y veríamos cómo podemos crecer a partir de las dificultades.
3.- Reconoce a tu enemigo
No hay nada que deleite más al demonio que conquistar y dividir matrimonios santos (o matrimonios en general), lo cual es evidente por la gran cantidad de divorcios y separaciones de nuestros tiempos modernos.
Ben y yo estamos en sintonía con el lenguaje de la guerra espiritual, por lo que hay días o semanas, cuando la división y los malentendidos se meten en nuestro matrimonio.
Casi siempre uno de nosotros se acerca al otro en un momento de revelación espiritual con la idea:
"Tal vez hemos estado bajo un ataque espiritual últimamente".
Eso abre una conversación auténtica y emocionalmente transparente con el cónyuge, y terminamos mirando en retrospectiva patrones de miedo, división, orgullos, ira, etc., que han entrado en nuestro matrimonio en ese punto.
Una vez que hablamos sobre eso, cerramos con oración, y es casi como si la nube negra se apartara de nuestros corazones. La carga y las batallas cesan por un tiempo, y nuestro vínculo matrimonial se fortalece en nuestra fe.
4.- Orar juntos todos los días
¿No es eso algo obvio? Pero ¿reservamos fielmente un momento para orar junto con nuestro cónyuge?
Ben y yo hacemos un gran esfuerzo con esto, porque hay noches en las que él se ha ido a un evento o reunión de la iglesia o de la comunidad, o quizá yo tengo una cita o algo que escribir. Entonces los dos terminamos demasiado cansados para hacerlo.
Pero hay un poder increíble en la oración, sobre todo en un matrimonio. Recuerdo una vez, poco antes de que Ben y yo nos casáramos en 2007, a un amigo que me dijo:
"Nunca olvides que Dios concede una gracia especial a tu matrimonio por el vínculo sacramental. Cuando llamen a esa gracia, les será concedida todos los días".
A veces me siento desesperada en las peticiones, pero el Espíritu Santo siempre responde, y cuando Ben y yo oramos en voz alta con sinceridad de corazón, por nosotros y por nuestros hijos, la inmensidad de la fuerza y el poder de Dios se conceden a nuestra familia.
Nunca subestimes el efecto sanador de las oraciones en tu matrimonio.
5.- Incorpora la diversión en tu horario
A menudo Ben y yo nos ahogábamos en la monotonía del papeleo: Ben en la oficina y yo con los registros médicos de Sarah. Además está el agotamiento de ocuparse de las necesidades de Sarah, y de la terapia ocupacional de Felicity, el asesoramiento y las citas con los especialistas, todo eso nos puede desgastar tanto emocional como físicamente.
No hace falta decir que la diversión hace mucho que perdió su brillo en nuestro vocabulario, la diversión ha sido reemplazada por el sueño o el tiempo de soledad, ya que ambos son igualmente importantes.
Sin embargo, podemos encontrar algo de curación en la risa, en especial cuando algo realmente pesado recae sobre tu matrimonio.
Recordar los primeros días de felicidad conyugal en alentador, aunque no es suficiente. Tenemos que planificarnos para la diversión (por muy extraño que parezca), para redescubrir nuestro amor el uno por el otro y volver a un estado placentero y sin preocupaciones.
Ben y yo, encontramos esto realmente enriquecedor para nuestro matrimonio. Cuando nos reímos juntos, el estrés que llevamos desaparece temporalmente, y nos quedamos con un nuevo sentimiento de gratitud por la vida que Dios nos ha dado.
Divertirse juntos es parte de mantener un sentido de equilibrio; Ben y yo también somos fuertes defensores de incorporar un tiempo para la oración y la reflexión, las responsabilidades del hogar y el trabajo, y el descanso como base diaria.
La recreación también es necesaria, en especial cuando tu matrimonio está en el medio de una dificultad.
Conclusiones
Cuando nos casamos, todos sabemos que "el amor es paciente, el amor es bondadoso". Pero no siempre preparamos nuestros corazones para los problemas que pueden ser llamados a afrontar en nuestro viaje nupcial.
Una parte vital de nuestra Misa Nupcial, fue cuando Ben y yo colocamos nuestras manos sobre un crucifijo bendecido, diciendo nuestros votos, colocamos el crucifijo en un lugar visible en nuestra casa, y cuando estamos tentados a responder el uno al otro con egoísmos o ira, miramos el crucifijo como un recordatorio de nuestro matrimonio.
El Papa Francisco hizo una hermosa declaración en la que dijo:
"El amor es más fuerte que los momentos en los que peleamos".
De hecho es así, por el amor reemplazamos nuestros vicios, incluso y especialmente en el matrimonio.
Cuando mantenemos nuestros ojos fijos en la cruz, crucificamos todo lo que debe morir en nosotros, para que podamos amar plenamente a nuestro cónyuge completamente. Esta, creo, es la única manera en la que el verdadero amor prevalece y las parejas sobreviven a las crisis matrimoniales de la vida.
