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Categoría: Aprende a orar

La Virgen María nos quiere como discípulos en su escuela de oración del Rosario. Al recorrer los misterios, contemplamos la oración de Jesús

El significado del Rosario es simplemente una oración católica basada en lo que nos dice la Biblia que se centra en los acontecimientos de la vida de Jesús y la de María, Madre de Jesús. Es una escuela de oración en la que aprendemos a orar junto a María viviendo cada pasaje de la vida de nuestro Dios a su paso por este mundo

En el rezo del Rosario utilizamos tanto la oración vocal como la mental, en la que visualizamos las escenas de Cristo a través de su vida.

La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". La Virgen ha revelado a varias personas que cada vez que rezan un Ave María le dan una hermosa rosa y que cada oración del Rosario completo le hace una corona de rosas.

El Santo Rosario es considerado una oración perfecta porque en él se encuentra la impresionante historia de nuestra salvación. Con el Rosario, de hecho, meditamos los misterios de la luz, la alegría, del dolor y de la gloria de Jesús a través de los ojos de María, nuestra Madre. Es una oración sencilla. Es una oración poderosa que podemos decir todos juntos con Ella, la Madre de Dios.

Revelaciones sobre el Rosario.

En cada aparición, nuestra Madre nos ha invitado a rezar el Rosario como un arma poderosa para liberarnos del mal, para llevarnos a la verdadera paz y a la santidad.

Con tu oración hecha a través del Santo Rosario, puedes obtener el gran don de provocar una conversión del corazón en los demás. Nuestra Madre nos ha revelado que, rezando el Rosario, podemos cambiar corazones y al mundo entero.

Así lo explica el Padre Evaristo Sada, LC, en una publicación realizada a través de la-oracion.com, en la que se encarga de asegurarnos que el Rosario es una escuela de oración para el mundo y que debemos recuperar.

El Rosario: escuela de oración.

"Es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración". Así plasmó San Juan Pablo II su visión del Cristianismo en la carta Novo Millenio Ineunte.

Para hacerlo realidad, contamos con una gran maestra: la Virgen María que quiere tenernos como discípulos en la escuela del Rosario.

6 cosas que nos indican el por qué el Rosario es una escuela de oración .

A través del Rosario podemos aprender muchas cosas sobre la vida de Jesús y sobre la humildad de María, nuestra Madre, quien nos ha revelado grandes cosas a través del Rezo del Santo Rosario.

1. Aprendemos a orar con el Maestro.

Con el Rosario, aprendemos a orar viendo a un gran maestro de oración.

Si el mejor modo de aprender a orar es a través del testimonio de un gran orante, qué mejor que contemplar junto a María y desde el corazón de María el Corazón de Jesús.

Al recorrer uno a uno los misterios, es fácil contemplar la oración de Jesús: al nacer, al predicar, al morir, al resucitar, encontramos a Jesús orando, inseparable al Padre, en continuo diálogo interior con el Espíritu Santo.

Con María, en silencio, recorremos Sus pasos, y oramos sobre ellos, acompañando a Jesús en su oración y en su oblación al Padre por todos los hombres.

2. El Rosario nos enseña la oración vocal.

El Rosario nos enseña lo que es la oración vocal, invitándonos a rezar el Ave María con pleno sentido.

Existe una canción sevillana muy hermosa que dice: "No quiero ni pensar que se enfade mi Virgen del Rocío si no le rezo la Salve con todos los cinco sentidos." El método repetitivo favorece la asimilación. Aún así, no se trata de repetir el Ave María de manera rutinaria y aburrida, sino como expresión de amor. Como en el amor humano, decimos una y otra vez las mismas frases de afecto, pero el sentimiento renovado las hace siempre nuevas. Además, "si la repetición del Ave Maria se dirige directamente a María, el acto de amor, con Ella y por Ella, se dirige a Jesús." (RVM, 26)

3. El Rosario es oración meditativa.

Sin meditación y sin contemplación, el Rosario se reduce a la repetición de fórmulas. Y el Rosario no es repetición de fórmulas, es meditación de la vida de Cristo, para más conocerlo, amarlo e imitarlo. Y esto, con un corazón cargado de afectos.

El Rosario es dirigirse a Jesús con María y desde el corazón de María. ¿Cómo es el trato de María con Jesús? Sin duda, cargado de afectos, Cuando bastan pocas palabras para decir mucho, quiere decir que el corazón está hablando de muchas otras maneras.

Así parece ser cuando María se dirige a Jesús en Jerusalén y en Caná. Y una de las respuestas más afectuosas de María al contemplar la vida de Jesús entrelazada con la suya fue precisamente un silencio contemplativo.

4. El Rosario nos enseña a contemplar.

María es nuestro modelo de contemplación.

"La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable.

El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido en su vientre donde se ha formado, tomando también de Ella una semejanza humana que evoca una intimidad espiritual ciertamente más grande aún.

Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de algún modo en Él ya en la Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo; en los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y a imaginar sus rasgos.

Cuando por fin lo da a luz en Belén, sus ojos se vuelven también tiernamente sobre el rostro del Hijo, cuando lo «envolvió en pañales y le acostó en un pesebre» (Lc 2, 7).

Desde entonces su mirada, siempre llena de adoración y asombro, no se apartará jamás de Él. Será a veces una mirada interrogadora, como en el episodio de su extravío en el templo: « Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? » (Lc 2, 48); será en todo caso una mirada penetrante, capaz de leer en lo íntimo de Jesús, hasta percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná (cf. Jn 2, 5); otras veces será una mirada dolorida, sobre todo bajo la cruz, donde todavía será, en cierto sentido, la mirada de la "parturienta", ya que María no se limitará a compartir la pasión y la muerte del Unigénito, sino que acogerá al nuevo hijo en el discípulo predilecto confiado a Ella (cf. Jn 19, 26-27); en la mañana de Pascua será una mirada radiante por la alegría de la resurrección y, por fin, una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14)." (RVM, 10)

5. El Rosario nos facilita el encuentro personal con Cristo.

María, la Madre de Jesús y Madre nuestra, nos lleva delante de Cristo y le dice: "Aquí te los traigo, quieren verte"; "Tienen sed, Tú eres el agua viva"; "No tienen vino".

María nos ofrece su Hijo como lo hizo con los pastores y los magos, para que le reconozcamos (Lucas 2,12-18), para que le tomemos en nuestros brazos y le adoremos (Lucas 2,28), para que recibamos en Él todo el amor de Dios (Lucas 2, 38; Lucas 1, 41-42)

6. El Rosario nos enseña a orar en el Espíritu.

No hay oración sin el Espíritu Santo. María lo hacía todo con el Espíritu Santo. Qué gran pareja formaron los dos.

La sinergia de la energía del Espíritu y la disponibilidad generosa de María dieron como resultado a Cristo mismo.

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra por eso el niño que va a nacer se llamará Hijo de Dios" (Lucas 1, 35)

Cuando rezamos el Rosario, María quiere que el Espíritu Santo penetre en nuestras almas de la manera en que lo hizo el día de la Anunciación en su casita de Nazaret(cf Lc 1,38)y el día de Pentecostés en el Cenáculo (cf Act 1, 14)

Definitivamente, como lo dijo San Juan Pablo II:

"El Rosario es un tesoro que recuperar"

Y esto vale no sólo para quienes no lo rezan, sino para todos los que, aunque tengamos el hábito, podemos recuperar frescura y profundidad en el modo de rezarlo. El Rosario es una escuela de oración que debemos poner en práctica ya.

Adaptación y contenido agregado: Qriswell Quero, PildorasdeFe.net | Con información de extraída de: La-oracion.com

pildorasdefe qriswell quero firma autorQriswell Quero, Venezolano, esposo y padre de familia, servidor, ingeniero y misionero de la fe. Comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Quien a Dios tiene nada lo detiene.

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