Mi hijo tiene apenas unos meses de vida y ya me está enseñando cómo encontrar momentos de tranquilidad en mi día
Mi hijo tiene apenas unos meses de vida y ya me está enseñando cómo encontrar momentos de tranquilidad en mi día.
“Tranquilidad” no es una palabra que mucha gente asociaría con bebés, y eso es verdad hasta cierto punto. Hay juguetes que se encienden y cantan, el “clic - clac” de los muebles con trabas a presión, y por supuesto, el entusiasmo de nuestro hijo por decirnos cómo se siente a las 3:00 a.m.
Pero, aunque la vida con nuestro hijo puede tornarse algo ruidosa, tampoco mi vida era una cueva tranquila, llena de silencio y reflexión, ante de su llegada. Durante años estructuré mi vida para que los momentos sin estimulación audiovisual fueran escasos, comenzando con auriculares durante mi camino al trabajo, pasando luego a las pantallas que dominaban mi trabajo e incluso mi tiempo en las tardes.
Eso no incluye las innumerables horas que he pasado con mi teléfono frente a mi cara, como si ese fuera un buen uso de m tiempo. No me culpen, en serio, de verdad necesitaba saber que el nombre real de Laser de American Gladiators era Jim Star, esa fue una razón absolutamente justificable para ignorar el mundo a mí alrededor durante cinco minutos; y como ésta, muchas otras durante todo el tiempo.
Nuestro hijo me está obligando poco a poco a frenar algunos de esos hábitos.
Al igual que su padre, nuestro hijo se queda mirando la televisión si lo colocamos en frente, estirando su cuello adorablemente pequeño para ver mejor. Así que ahora mi esposa y yo lo apagamos, porque los médicos recomiendan que los niños de su edad no vean televisión, y nosotros pensamos que es una mala idea para él convertirse en una persona que se la pasa frente a una pantalla todo el día (como alguien que él conoce).
Encendemos la radio pocas veces para escuchar las noticias y algo de música (si nuestro hijo va a ser como Bob Woodward y Prince, necesitamos que esté preparado), pero del resto cada vez nuestra casa se parece menos a una sala de exposición de ventas de un Centro Comercial que en el pasado.
Apagar los aparatos es una solución pragmática a este problema, pero he descubierto que la eliminación de algunos ruidos también me ha permitido estar más atento a lo que hace mi hijo. Cuando es sólo él, sin más ruidos, puedo notar la forma como está mejorando al levantarse por sí solo o mirarlo cuando está concentrado en su centro de juegos haciendo girar los engranajes, él y yo podemos interactuar, e intercambiar sonrisas y sonidos mientras está en el suelo.
Creo que pasar tiempo con él me permite disminuir la velocidad, y también pasar tiempo con Dios. El sacerdote de nuestra parroquia nos invita a tener 15 minutos de oración al día, él nos dice que debemos buscar el silencio, apagar el radio en el carro, o tomar un descanso en el trabajo, de modo que podamos considerar como el amor de Dios puede transformar nuestras vidas.
Me encuentro a mí mismo escuchando el llamado de Dios cuando estoy con mi hijo, sentado en el suelo con él o escuchando a mi esposa cantarle para que se duerma. En estos momentos soy capaz de tener mi teléfono y demás aparatos lejos de mí e ignorar sus invitaciones a buscar nueva información, o a compararme con la gente en mi perfil de Facebook que parecen siempre más realizados que yo.
Cuando el ruido desaparece, pienso en los amigos con los que no he hablado en un tiempo, en cómo podría haber manejado algo mejor en el trabajo. Cuando me detengo soy más paciente y consciente, y tengo mayores posibilidades de entender el punto de vista de otra persona.
Aún así, es una lucha diaria para desconectarme y encontrar tranquilidad. Hay momentos en los que me sorprendo ojeando mi teléfono cuando estoy junto a mi hijo, y me siento como un idiota, porque por Dios, el milagro de la vida humana está justo frente a mí y yo estoy perdiendo el tiempo jugando Candy Crush.
Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, a menudo trato de pensar “esto es lo más importante en el mundo para mí ahora, y todo lo que necesito hacer es esto.” Si logro entenderlo, lanzo mi teléfono en el sofá y me siento junto a mi hijo mientras juega y explora su mundo.
Sentado con él, estoy presente y abierto al hecho de que Diosme pide estar allí con mi hijo, y si bien puede haber otras prioridades, el don de la paternidad merece toda mi atención. Es en esa atención, libre de distracción, en donde puedo obtener una pista de hacia dónde mi corazón me dice que debo ir.
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Adaptación y traducción al español por Qriswell Quero para PildorasdeFe.net del artículo publicado originalmente en BustedHalo.com. Autor: Bobby McMahon
