Aprendamos a identificar la voz de Dios en la vida, en medio de tantas voces que nos rodean, para ello necesitamos un cierto clima de vida
Aprender a identificar la voz de Dios en tu vida a veces no suele ser tan fácil en medio de preocupaciones y agitaciones del mundo modero que parece no dar descanso. Queremos ofrecerte algunas claves para que puedas lograr identificar esta hermosa voz a través de cualquier situación que atravieses.
¿Estás allí Dios? ¿Eres Tú? Cuando esperamos escuchar la voz de Dios, lo que debemos recordar primero a nosotros es que Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Aunque no logremos escuchar su voz de una forma sencilla, Él no se rinde, Él sigue llamando a la puerta (Apocalipsis 3,20).
Por supuesto, si endurecemos nuestros corazones y nos negamos a escuchar a Dios, Él de forma respuetuosa, no invadirá nuestro espacio, nos dejará a nuestro albedrio tal cual hizo aquel Padre de la parábola del hijo pródigo. Pero si lo buscamos con insistencia, Él promete que lo encontraremos. (Mateo 7,7-8)
Considere cómo el Señor continuó llamando al joven Samuel hasta que Eli le ayudó a entender que estaba escuchando la voz de Dios (1 Samuel 3,1-9). Jesús también continúa tendiéndonos la mano. Él escuchó las palabras de su Apostol Tomás y respondió a sus dudas (Juan 20,24-29) y detuvo a San Pablo cuando se dirigía a Damasco para perseguir a los cristianos (Hechos 9,1-19) ¡Dios está atento!
Desde el Blog la-oracion.com, nos afirman que todos los creyentes queremos aprender a escuchar las inspiraciones del Espíritu Santo. Es un aprendizaje progresivo: se trata de convertirse en aquellas ovejas que reconocen la voz de su pastor en medio de las otras voces que las rodean (Juan 10, 3-5).
10 claves para identificar la voz de Dios en tu vida
Para lograr identificar la voz de Dios en tu vida, es necesario crear poco a poco un cierto "clima de vida" que comprende los siguientes elementos.
1. Cumplir la voluntad de Dios.
Estemos firmemente decididos a hacer en todo la voluntad de Dios. Dios habla a aquellos que desean obedecerle.
2. Oración constante.
Llevemos una vida de oración regular, en la que intentemos principalmente tener una actitud de confianza, de disponibilidad interior a la acción de Dios. La fidelidad a la oración favorece y hace más profunda la disposición de apertura y de escucha.
3. Leer la Santa Biblia.
Meditemos regularmente las Santas Escrituras: su manera de tocar y hablar a nuestro corazón despierta en nosotros una sensibilidad espiritual y nos acostumbra poco a poco a reconocer la voz de Dios.
4. Cuidar actitud y tener desprendimiento.
Evitemos lo más posible las actitudes que pueden cerrarnos a la acción del Espíritu: la agitación, las inquietudes, los miedos, los apegos excesivos a nuestra propia manera de hacer o de pensar.
La escucha al Espíritu Santo requiere flexibilidad y desprendimiento interiores.
5. Confianza en Dios.
Aceptemos con confianza los acontecimientos de nuestra vida, aun cuando a veces nos contraríen o no correspondan a lo que nosotros esperábamos.
Si somos dóciles a la manera en la que Dios conduce los acontecimientos de nuestra vida, si nos abandonamos entre sus manos de Padre, Él sabrá hablar a nuestro corazón.
Mantengámonos dentro de lo posible en paz y en confianza, pase lo que pase. Cuanto más nos esforcemos por mantener la paz, más escucharemos la voz del Espíritu.
6. Tener humildad.
Sepamos acoger los consejos de las personas que nos rodean. Seamos humildes de cara a nuestros hermanos y hermanas, no busquemos siempre tener la razón o la última palabra en las conversaciones.
Reconozcamos nuestros errores y dejémonos corregir. Quien sabe escuchar a su hermano sabrá escuchar a Dios.
7. Confesión regular.
Purifiquemos constantemente nuestro corazón en el sacramento de la reconciliación (confesión). El corazón purificado por el perdón de Jesús percibirá su voz con más claridad.
8. Atento a nuestros sentimientos.
Estemos atentos a lo que pasa en el fondo de nuestro corazón. El Espíritu Santo no se deja escuchar en el ruido ni en la agitación exterior, sino en la intimidad de nuestro corazón, por medio de mociones suaves y constantes.
9. Reconocer los frutos de Dios.
Aprendamos poco a poco a reconocer lo que viene de Dios a través de los frutos que produce en nuestra vida.
Lo que viene del Espíritu trae consigo paz, nos hace humildes, confiados, generosos en el don de nosotros mismos. Lo que viene de nuestra psicología herida o del demonio produce dureza, inquietud, orgullo, ensimismamiento.
10. Ser agradecidos siempre.
Vivamos en un clima de gratitud: si agradecemos a Dios por un beneficio, él nos dará nuevas gracias, en especial las inspiraciones interiores que necesitamos para servirle y amarle.
Cuando Dios habla, tenemos dos opciones: aceptar y obedecer, o negar y retirarnos. La gente que ha ignorado la voz de Dios lo sabe. Tal vez Dios te llamó al campo de la misión pero tú elegiste seguir otra vocación en su lugar. O tal vez simplemente tomaste decisiones que sabías que eran imprudentes y contrarias a las enseñanzas de Dios.
No te preocupes, aunque no podemos retroceder en el tiempo, Dios puede redimir nuestros errores. Siempre que volvamos nuestro rostro al Señor y le escuchemos, Él bendice nuestra devoción. ¿Estás esperando escuchar e identificar la voz de Dios en tu vida? Sigue leyendo y meditando Su Palabra y prepárate para escucharla hoy en tu corazón.