Todo lo que tenemos es un regalo de Dios y es para que lo compartamos con los demás. Lo que sea, ya sea nuestro tiempo, dinero o posesiones
Otra tentación frecuente que ha ganado auge rápidamente en nuestro mundo moderno es como el demonio nos ha convencido que todo es "mío".
Así es como Las Cartas del diablo a su sobrino describe los planes del demonio:
"Por lo tanto debes guardar celosamente en su mente la curiosa premisa "Mi tiempo es mío". Le permitirá tener la sensación de que es el dueño legítimo de veinticuatro horas. Que sienta como un impuesto pesado esa parte de su propiedad, que tiene que rendir a sus empleadores, y como una generosa donación lo que invierte en sus deberes religiosos
Producimos esta sensación de propiedad no solo por el orgullo sino por la confusión. Le enseñamos a no notar el diferente sentido de los pronombres posesivos, las diferencias finamente escalonadas que van desde "mis botas" hasta "mi perro", "mi sirviente", "mi esposa", "mi padre", "mi maestro" y "mi país", hasta "mi Dios". Se pueden enseñar a reducir todos estos sentidos a la de "mis botas" al "mi" de propiedad
Y todo el tiempo el chiste está en que la palabra "mío" está en su pleno sentido de posesión no puede ser pronunciada por un ser humano sobre cualquier cosa. (113-114)"
En nuestra cultura, este sentido de que todo es "mío" puede ser visto en el nombre de la tecnología que usamos. Todos tenemos "Iphones", "ipads", "ipods", y cada una de estos aparatos están equipados para servir a una sola persona: el "i" (que en inglés es "yo"). No nos sentimos motivados a compartir estos aparatos con los demás; por el contrario, cada miembro de la familia tiene el suyo y muchas mesas son testigos de todos los ojos concentrados en pantallas en vez de hablar entre ellos.
Adicionalmente, nosotros tomamos "selfies" con nuestros "iphones", las cuales están diseñadas para capturar un individuo en un escenario especifico. El enfoque no es tanto en la gente o en el evento, es la persona que toma la fotografía.
El demonio ha conquistado exitosamente nuestra cultura y no nos hemos dado cuenta. Olvidamos que todo es un regalo de Dios.
Un ejemplo de las enseñanzas de la iglesia de que todo es un regalo de Dios viene en relación de nuestra visión del pobre. San Ambrosio dijo,
"No estás haciendo un regalo de tus posesiones a los pobres. Tú les estas entregando lo que es suyo".
Todo lo que tenemos es un regalo de Dios y es para que lo compartamos con los demás. Lo que sea, ya sea nuestro tiempo, nuestro dinero, o nuestras posesiones, todo es un regalo.
También, estamos creados para reflejar la imagen de la Santísima Trinidad y vivir en relación con los demás. No estamos hechos para servir solo a nosotros mismos, sino para servir a los demás. Esto impacta la manera en que usamos nuestro tiempo, dinero, o nuestras posesiones; todo es un regalo.
La vida de San Francisco de Asís fue un gran ejemplo de esta simple verdad. El no creía que nada se le debía, pero que se le daba para poder servir mejor a los demás. De hecho la única persona a la que se le debe es a Dios. A Él le debemos todo.
Recordemos que no se nos debe nada y que todo lo bueno que recibimos es para ser puesto al servicio del bien común. El mundo no gira a nuestro alrededor gira alrededor del Hijo.